Reflexión: ¿Qué puedo dejar de hacer por tí?

                               
Esta pregunta orienta la práctica,  la relación con los demás, incluso con la personas con más necesidades de apoyo.

Normalmente nos preguntamos lo contrario: ¿Qué puedo hacer por tí?

Y está bien. Estamos dispuestos a llegar a donde el otro necesita, más si la persona no puede.

 Pero puede aparecer un efecto secundario no previsto:

Te ayudo en todo, te ayudo tanto... que acabo haciéndolo todo por tí.

Necesitamos sentirnos útiles, y no está mal. Pero también podemos ser útiles dejando al otro un espacio para ser el mismo,  y participar.



Si me pregunto ¿Qué puedo dejar de hacer por tí?...

    quizá descubra  que no hace falta que te aguante la cabeza y sujete las manos para limpiarte la cara,

    quizá vea cómo eres capaz de estirar el pie para sacarlo del zapato,

    quizá descubra que puedes pegar el último estirón para sacar el brazo de la chaqueta,

    quizá me dé cuenta de que puedes echar el tronco hacia delante por tí mismo indicándotelo con un tiróncito, sin inclinarte yo,

    quizá vea cómo puedes abrir la boca antes de que yo decida meter la cuchara.

     Quizá me dé cuenta que con mi ayuda, puedas dirigirte tú la cuchara la boca.

    Quizá descubra que puedes acabar de estirar el brazo cuando te visto....

                                                                                  
                       Reflexión modificada basada en una publicación de    
Carlos Pérez  (Formador de Basale Stimulation)



                                        


Quizá, esta semana, cuando hagáis actividades de la vida diaria, podéis preguntaros ¿en qué momento puedo retirarme? ¿qué puedo dejar de hacer por tí? … Quizá podéis descubrir algo nuevo...

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